Un viejo sabio

Xiaomi Ze, un viejo sabio de la China imperial, tenía una escuela en la cima del Monte Cangrejo, a unos kilómetros de la capital. Acudían hasta él cantidades asombrosas de pupilos, procedentes de todas partes en busca de las enseñanzas que él les ofrecía.

Cierto día, uno de los predilectos del maestro Xiaomi, el joven Xeta Te-e, descansaba con los demás cuando lo despertó aquel. Lo llevó hasta el patio central, donde había una mesa con un tazón en el cual se encontraba un hielo del tamaño de un puño.

- Xeta Te-e. ¿Sabes lo que es esto?
- Es un hielo, maestro.
- Correcto. ¿Sabes lo que quiero que hagas con este hielo?
- No, maestro, no lo sé.
- Necesito que lo lleves hasta la capital, sosteniéndolo en la palma de tu mano, sin usar ningún transporte.
- Pero, maestro... No será posible. Está muy lejos y se habrá derretido para cuando llegue.
- Anda, haz lo que te digo.

Confundido, Xeta tomó el hielo, hizo una reverencia y se fue. Pasaron varias horas hasta que divisó la capital, ya sin el hielo que se había derretido en el camino. A su llegada, el maestro Xiaomi lo esperaba en un carruaje a la entrada de la ciudad.

- ¿Y bien? ¿Dónde está el hielo?
- El hielo se derritió, maestro.
- ¿En verdad?
- Sí. Lo siento, no fui lo suficientemente rápido.

El maestro se frotó la barba dubitativo.

- Pensé que sí llegaría.
- Yo le dije, maestro.

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