#CuentOber: Día 4 - Conjuro
Esa hija de la chingada... Compré lo que hacía falta. Botella. Velas. Tablero. Dispuse el cuarto para esperar tranquilamente a que cayera la noche mientras bebía sin ninguna prisa. Dieron las doce y cerré las puertas, corrí las cortinas y me puse a la mesa. A decir verdad, estaba un poco nervioso, no tenía miedo de contactarla, pero temía que no quisiera hablar conmigo. Posé el vaso sobre la madera y respiré profundo. "¡Marina! ¡Marina! ¡Marina, carajo! ¿Me puedes perdonar?" El vaso dirigió mi mano con una lentitud que se antojó insoportable pero fui paciente. N. O. "¡Cómo que no, Marina! No me hagas esto..." Me quebré y lloré como no lo hice nunca frente a ella. La misma fuerza de antes me dirigió de nuevo. T. E. O. D. I. No pude más, lo dejé así. No iba a estarle rogando, no tengo porqué darle explicaciones. De que lo siento, lo siento, y si ella no quiere verlo que se siga pudriendo en el infierno. Ya nos veremos ahí las jetas. Ya nos veremos ahí... Tal vez.