Tu idioma

Yo, hablando de dibujo, solo entendía el idioma de las lineas y los colores exactos. Por eso cuando te vi por la calle con tus contornos sin lineas ni matices definidos no pude sentirme menos que extranjero. Caminé detrás de ti, asombrado por no poder descifrarte. Dabas pasos que no entendía. Con ademanes extraños te acomodabas el cabello, te rascabas un brazo, detenías un taxi y te ibas.

Volví a verte unos días más tarde en el mismo lugar. Seguías estando en otro idioma, pero esta vez yo estaba listo. Saqué mi diccionario y, a toda velocidad, cotejé tu persona con lo que este me indicaba. "Ah... Oh... Ya veo..." Me acerqué y estiré la mano para saludarte como me lo indicó el papel. Tendiste la tuya y nos estrechamos. Viste el diccionario y soltaste lo que más tarde supe que fue una risilla de ternura. Me lo quitaste y lo guardaste, dándome de nuevo la mano y llevándome a caminar.

En retrospectiva fue demasiado obvio, pero en ese entonces era yo un extranjero en mi propio mundo, pues tú estabas en él. Hubiera tenido que sacar el diccionario para saber que lo que querías era enseñarme tu idioma.

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