También da miedo de día

Suele decirse que las cosas no dan miedo de día.
Que el monstruo de ropa que me vigila de noche es solo una gabardina.
Que la gran mano que toca en mi ventana no es otra cosa que una rama.
Que no son voces sino el viento o un gato en celo.
Que nadie ha muerto, solo quieren venderme algo.
Que era un sueño y no estaba congelado.
Suele decirse que en la noche nuestros sentidos se aguzan y nuestra conciencia se confunde. Que no hay miedo de día porque están las cosas claras.
Pienso yo que es un error, porque nada me ha dado más miedo hasta este día que el día en que siendo de día me dijiste que estaban contados nuestros días con las palabras tan trópicas: "Tenemos que hablar".

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