Play and Read I

"¿Tiene cita?" Rogelio sacó un papel mojado de la bolsa interna del saco, arrugado tras haberlo exprimido en la entrada. "Lo siento. Llueve". La dependienta estiró la mano y tomó el papel, abriéndolo con delicadeza y leyendo las letras corridas y apenas legibles. "Pase".

Adentro, cuatro hombres ocupaban una silla reclinable cada uno. En una mesita en el centro una caja de pañuelos desechables y en el techo una lámpara a media luz. Rogelio se sentó en la última silla disponible. "Buenas tardes", y una respuesta a coro. Tomó un pañuelo y se reclinó. Segundos después su llanto se mezclaba con el de los demás. Ocasionalmente se sonaba la nariz y entonces volvía a tomar otro, a un ritmo más o menos consistente con el del grupo.

Cada cierto tiempo alguno se levantaba y se despedía. "Adiós" coral. No pasaba mucho antes de que otro llegara a ocupar su lugar y nuevas lágrimas brotaban.

Las razones para ir a la Clínica de Llanto de Monsieur Pleurer nunca fueron consistentes, pero siempre fueron constantes. Era un lugar donde los hombres podían ir a llorar sin que nadie los viera más que ellos mismos, pero solo dentro del cuarto de llanto. Afuera todos seguían siendo hombres. Rogelio fue esta vez porque vio a Alicia tomada de la mano con el gran cabrón de Mauricio.

Salió temprano de la oficina y caminaba hacia su departamento cuando se los topó de frente al doblar la última esquina. "¡Rogelio! Pensé que... No sabía que... No te vayas". Pero él se fue. ¿Qué iba a hacer? ¿Permitir que lo vieran llorar? Caminó hasta la Clínica y sacó una cita para el próximo día. Esa noche volvió a casa y actuó como si nada hubiera pasado. Ya tendría el siguiente día para llorar a gusto.

Clínica de Llanto Monsieur Pleurer, donde queremos verlo llorar.

ESCÚCHESE CON:
Hiding Tonight-Alex Turner
https://www.youtube.com/watch?v=Z2q6oLZwl9o

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