Instrucciones para mear

¿Por qué meas así? ¿Qué te pasa? Estás tomando algo simple y haciéndolo complicado. Innecesariamente complicado. Mira, te daré instrucciones.

Primero, lo primero. Necesitas la necesidad de hacerlo. Ese cosquilleo sabrosón que se presenta después de unas horas de haber tomado algún líquido —o minutos si el líquido es de naturaleza etílica—. Ya que lo sientas, búscate un buen baño, evitando tomar esta última palabra en su acepción estricta si la necesidad es mucha. Una vez frente al "baño", sácatelo. Claro, suponiendo que no sea tu intención mearte en los pantalones. Sácatelo y apunta. La precisión es importante en algunas circunstancias, en otras es mera cortesía, aunque eso sí, es lo suyo ser entretenida. Ahora suéltate. Pero suéltate tú, no te la sueltes. Una vez que comience a caer el chorro puedes apartar la mirada o cerrar los ojos, pero no lo hagas mucho tiempo. Atento a los chorros rejiegos y a los que se multiplican. Pasado un rato, placentero, sentirás alivio y sabrás que has terminado. Sacúdela. Flop, flop, flop (o flap, flap, flap si está dura, aunque ese es un capítulo aparte). De rigor, cuenta unas tres sacudidas; pueden aceptarse hasta cuatro, pero cuidado porque con más ya estás haciéndote otra cosa. Eso sí, resígnate, la última gota va para la ropa. Guárdatela, lávate las manos por favor, y has terminado.

¿Ves qué fácil? Es facilísimo. Por eso no entiendo porqué meas así. ¿Por qué meas llorando? Si vas a sacar su recuerdo por el pene, no lo saques a un tiempo por los ojos. Respeta el momento, carajo. Pero está bien, la extrañas, yo entiendo. Entiendo y, ¿sabes qué? Por esta única vez: concedo. Vamos, solloza si quieres. Solo dime algo. ¿Esto es lágrima o...?

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