L'ecrivane

Me siento a la mesa con solemnidad que amerita el momento. El tema se esclarece pronto. Se habla de un hombre y de su obra, la cual, puesta ante mí, no es para nada extensa. Un cuento, eso es todo. En torno a este se discute. Lo desglosan, lo tasajean, lo hacen pedazos y vuelven a unirlo. Caen en tautologías, yo solo escucho. Mi paciencia abundante se agota. Palabras fatídicas escalan por mi laringe. Pregunto, ¿a quién leemos? El silencio y las miradas caen pesados sobre mi persona. Es entonces que caigo en cuenta: es a mí a quien leemos.

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