Vivimos en una sociedad (que se está quedando ciega)

 — Padre, ya no sé qué más hacer. Esta vez es más difícil que antes, se han vuelto escépticos y no consigo nada. ¿No puedes quitarme algunas restricciones?

— No, te envié porque sé que puedes hacerlo. Hazlo, equilibra la balanza.

— Eso he querido, Padre, créeme. Pero ya lo intenté todo.

— ¿Estás seguro?

— Mira, traté de convencerlos con trabajo. Era un trabajo sencillo, solo necesitaban dos sencillas aplicaciones, pero no... Pensaron que era una estafa y me ignoraron. Intenté decirles su futuro en redes sociales, hasta edité algunas capturas de pantalla para que me creyeran, pero tampoco accedieron a eso. No me llega ni un mensaje en ninguna de las páginas que hice.

— Entiendo, pero mira...

— ¿Sabes qué fue lo último que intenté? Y no quiero escuchar que falté a las reglas, porque solo me dijiste que no puedo regalar el dinero de frente. Lo que hice fue crear algunas páginas en Facebook para dar dinero, cantidades variadas, a través de depósitos anónimos. Dólares, pesos, de a cien, de a quinientos, de a mil. ¡Ni siquiera eso logré! ¿Cómo esperas que lo haga? ¿Por qué no puedo decirles ya quién soy e ir al grano? ¿Qué no ves que el capitalismo ha hecho suficiente daño?

— Lo entiendo, Hijo. Pero tienes que ser paciente, espera y persevera. Todas esas son muy buenas ideas, sigue adelante y verás que pronto encontrarás la indicada. No dejes de usar tus poderes para el bien social y la igualdad humana, que tu corazón siga bombeando sangre roja desde la izquierda de tu pecho.

— Está bien, Padre. Está bien, haré eso. ¿Sabes? Creo que se me está ocurriendo algo. ¿Has oído hablar de un tal Charles Ponzi?


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