El "Invencible" Páez

 Mi abuelo, el entrañable "Invencible" Páez, fue una persona como cualquier otra del universo de gentes que consagra su vida al crimen organizado. Nunca lo supe de primera mano, lo cual es natural cuando naces tras la muerte de alguien, pero mi abuela me contaba que todos los días le rezaba a la Santa Muerte, tomaba su fusca y se lanzaba a buscar la papa. De morrilla me parecía de lo más natural, pero una vez en la clase de civismo la maestra hizo un examen y días después había trabajadores sociales del DIF en la casa. Mi mamá le puso una cagotiza a mi abuela. Según parece, no tenía idea de las historias que me contaba. 

Algo que nunca entendí de mi abuelo fue la necedad de cargar cuete. "Pura precaución, Andi", decía mi abuela. Ni madres, para mí que andaba en algo más chueco. Siempre he dudado que se bastara con chingar teléfonos públicos. Pero ni ella lo va a reconocer, ni mi madre me va a dejar investigar, así que mejor hago mutis de ese tema. Eso sí, me re-gusta entrar a su cuarto cuando las viejas se van al centro. 

No hay nada que disfrute más que sentarme en su mecedora, sacar el portafolios negro, mover las rueditas. Uno, cinco, nueve, cero. Adentro, recortes de periódicos, sobres sellados que igual abriré algún día, un habano a medio fumar, olor a meados, y el brillo espectacular de una Colt cuarenta y cinco. Me fascina y la tomo con el debido cuidado, dándole la vuelta sobre el coso que protege al gatillo. La apunto al frente y pongo cara de mala, me lo figuro asaltando un banco o a media carretera parando unos carrazos. Nunca me hice a la idea del tipo flaco que le pica a un teléfono para que caigan monedas y luego sale corriendo. Me cuesta aceptar que a alguien le digan que es invencible si no se le puso al brinco a la tira por lo menos tres veces. 

A veces voy más allá y me levanto, muevo el bigote que no tengo y suelto alguna grosería. "¡Mírame a los ojos, hijo de la chingada! ¿¡Qué traes en la puta Hummer!?" Me doy risa y la guardo en corto. Si llegaran las viejas y me encontraran así me quedo sin ver la pistola de nuevo. El "Invencible" Páez... No crean. De repente sí pienso que podría creerle a mi abuela. Como quiera el ajedrez es bien canijo y, si de verdad se barrió a todos sus cuates en una noche, bien vale ponerle apodos mamalones. Ya lo entrañable se lo pongo yo por ser mi abuelo.

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