Hoy no


Tanto me enamoré de sus amargos labios
que ya ni la dulzura de tus besos
podría retirarme de la imagen de ella.
Ni tus frescos abrazos harán sombra
al ardiente calor de sus reproches.
Pudiera acaso regalarte una gran rosa
pero siempre veríase superada
por todas y cada una de sus flores.
Como ves no es que no quiera
porque de que quiero: quiero,
pero es cosa que no puedo hasta la fecha
borrar de mi memoria su presencia.

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