Él y Ella y Él

“Mírame a la cara”, exigió él con tajante tono. Preguntó ella para qué. No lo sabía, pero quería que lo viera. Trabaron miradas y la respiración de los dos se coartó de repente. Acompasados, mantuvieron el contacto por espacio de apenas unos segundos que se sintieron como largos años. Tiempo suficiente para darse cuenta de porqué les hacía falta verse así. Si bien no se amaban, sí se respetaban, incluso lo suficiente como para decirse adiós sin despedirse realmente. Un par de maletas, un boleto de avión a un destino variable, “au revoir” en el andén catorce.


“Mírame a la cara”, exigió ella con tajante tono. Preguntó él para qué. No lo sabía, pero quería que la viera. Trabaron miradas y la respiración de los dos se coartó de repente. Acompasados, mantuvieron el contacto por espacio de apenas unos segundos que se sintieron como largos años. Tiempo suficiente para darse cuenta de porqué les hacía falta verse así. Si bien no se respetaban, sí se amaban, incluso lo suficiente como para decirse hola sin saludarse realmente. Un par de maletas, un camión de mudanza con destino específico, “bienvenida” en el porche de la nueva casa.

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