Encontré un papel tirado

Caminando extraviado
lo vi tirado en la acera.
Con poca gana me agaché,
lo levanté.
Lo guardé en mi sucia mochila,
caminé a casa.
En llegando comí un poco,
descansé el cuerpo.
Recordé el papel y lo saqué.
Posado sobre la mesa
lo abrí.
Fue entonces que lo vi todo.
El papel mostraba algo
que nunca aspiré yo a ver.
El papel mostraba
el Absoluto.

Me tendí tras un segundo
exhausto y sobrecogido,
traté de cerrar los ojos
para conciliar el sueño.
Inútil sería mi intento,
no podía dejar de ver
el mapa que había mostrado
el Absoluto
a mis pies.

Retomé análisis previo,
traté de darle lectura.
Fue inútil, yo me di cuenta,
por ser un simple mortal.
Mi alma aún no estaba lista
para sentirlo de golpe
para atrapar el momento
para cruzar el umbral.

Lo hice rollo y lo guardé
en un tarro en la alacena
esperando ese momento
en que pudiera volver
con la mente más abierta
y los sentidos despiertos,
convertido en sabio viejo
para poderlo entender.

Han pasado tantos años
desde ese precioso instante.
He vuelto ya preparado,
dejado el cuerpo de infante.
Me precipito hacia el tarro
donde debería de estar,
lo abro con toda prisa
y allí me pongo a llorar.

El absoluto
ha desaparecido.
Es posible
que haya sentido desprecio.
O tal vez solo ha mudado
a otro papel.
Poco es lo que de él recuerdo
mas en dichas remembranzas
no puedo ver yo la seña
de que por haber guardado
tan inefable recuerdo
fuera a verme compensado
viéndome así abandonado.

El absoluto
se ha ido, ha desaparecido.
Yo no, yo me quedo.
Seguiré siendo este hombre
con carcasa de crepé
que ahora conoce que existe
allá afuera algún papel
que en su simpleza nos dice
todo lo que hay por saber.

Comentarios