Apps

No miento, y Dios lo sabe. Me di cuenta cuando instalé esta última aplicación en su teléfono. Ya antes había tenido algunas sospechas, pero pensé que serían apenas felices coincidencias. Patrañas. Esa misma noche corroboré que mis grandes temores eran ciertos. Nuestro magnífico puente se había caído hace ya algunos meses, y ahora apenas una soga era lo que nos unía. Una soga formada por unas pinches aplicaciones de celular.

Es sencillo corroborar mi tesis: basta ver un pequeño recuento de nuestro día a día.

Por la mañana me despierta de mala gana. Antes me preparaba el café, ahora me va bien si no me encuentro con que mi taza está misteriosamente sucia a pesar de que la lavé apenas la noche anterior. Me preparo algo de desayunar mientras la veo comer, y me siento cuando ella termina. Almuerzo con sopor y me baño con pereza, solo para vestirme en el baño y salir sin despedirme.

El día transcurre demasiado tranquilo. Platico con mis compañeros, subo, bajo, voy y vengo. Llamadas, ni una. Bueno, al menos que no sean de la otra operadora o de los estúpidos cobradores. A ella la veo conectada todo el día, y veo cómo sube fotos con sus compañeras y con ese cabrón. Nunca me menciona.

Cansado, llego por la noche y me cambio de ropa. Ceno lo que pueda mientras escucho música en los audífonos, tratando de ignorar sus llamadas con personas varias. Preparo lo que me hará falta para la mañana siguiente. Cepillo mis dientes y camino hacia el cuarto, donde me espera el diario ritual nocturno en el que todo cambia.

Me da un beso de piquito y toma mi mano mientras me tapo de las piernas hacia abajo, quedando los dos recargados en la cabecera. La frase varía, pero siempre gira en torno a un mismo tema. “Mira, atrapé este nuevo bicho en el juego que me contaste”. “Ve esto, subí de nivel a mi equipo”, “¡Amor! Me llegó otra encuesta”. ¿Se me va a reprochar la respuesta positiva?

“Felicidades, pequeña. Ese es uno difícil de atrapar”. “Vaya… Ahora estarás invencible, mi vida”. “Excelente, sigue juntando dinero y podrás comprar esta otra app que tengo”. Siempre con una sonrisa en la cara. Pero que no se crea que es una sonrisa falsa, no…

Sí, sé que es una relación poco sana. Sé que no es bueno que nuestro único punto de encuentro en este momento sean las aplicaciones de nuestros celulares. No voy a mentir diciendo que no le sigo regalando celulares nuevos solo para que pueda estar al día siempre con lo que descargo. Soy consciente de que me engaña con aquel pelmazo. Entiendo bien que no le importo más allá de lo que le recomiendo. Todo esto dejó de hacerme mella hace tiempo.


¿Se me va a reprochar que esté tan enamorado de ella? ¿Se me va a reprochar que busque aferrarme a ese amor aunque sea con unas apps?

Comentarios