Hartos de encontrarse solamente en el campo de batalla, y habiendo sido una vez más los únicos supervivientes del más reciente encuentro, decidieron perdonarse la vida una vez más (ya era habitual para los dos soldados), partiendo cada uno para su facción. Pero antes de terminar de marcharse concertaron una cita: el que sobreviviera, debería ir, justo en un año, al café situado en la 47 Rue de Babylone, donde podrían charlar más a gusto. La guerra continuó y seguían hallándose en batallas. La guerra terminó y las batallas cesaron. Los encuentros quedaron atrás. Meses más tarde, el Coutume Café esperaba a dos soldados, quienes llegaron casi al mismo tiempo. Ordenó cada uno un café y comenzaron a charlar. Deportes, juegos, viajes, experiencias, la familia, política (poco),... Reían, golpeaban la mesa. El tercer café no fue café sino cerveza. La tercera cerveza fue whisky. Al borde de la noche dejaron el lugar que cerraba sus puertas y, balanceándose por las calles de París, siguieron...