Mi máxima moral

Mi máxima moral es tan buena que funciona más que no. Es una sola y no requiere pensarse demasiado, simplemente hay que traerla a colación ante la duda existencial o ante los problemas cotidianos de la vida. Es flexible y se presta a interpretaciones múltiples, pero uniformes en su sentido final. Nunca me he topado con alguien que, aun por camino distinto, no llegue a las mismas conclusiones que yo en cuanto a lo moral, una vez aplicada la máxima. Es además tan buena y noble que no toma la forma de un imperativo opresor, sino de una pregunta: ¿qué pensarían de mí los marcianos si me abdujeran mañana?

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