¡Hay, de mí!

¡Hay, de mí!, decía su madre cuando su padre partió. Es ay, mamá, Ella le dijo; de golpe la corrigió. ¡Hay, de mí es lo que te digo! ¡Hay, de mí un amargo adiós! Así adiós le dijo al mundo, pero Ella no encontró adiós. Murió creyendo que muerta, su madre un simple ay erró. ¡Ay, de mí! Ella en su lecho, tal hizo su redención.

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